A mediados de la década de los 40, del siglo anterior, en medio de una inestabilidad política, entre el Gobierno de José Maria Velasco Ibarra (Presidente interino), Cnel. Carlos Mancheno Cajas (Militar, Presidente Interino) y Mariano Suárez Veintimilla (Presidente Provisional), se encontraba en plena ejecución de varias obras viales en la provincia de Loja, las mismas se ejecutaban con una fuerte contribución obligatoria de mano de obra no calificada de las comunidades, por lo que a través de los tenientes políticos se obligaban a cierto sector de la población a ser partes de los trabajos manuales para la construcción de las vías, sin ningún pago económico.
En este contexto, en el año 1947, la población de Chuquiribamba, particularmente del barrio de Pordel se organiza para protestar por el abuso de los gobiernos que son parte de una inestabilidad política de aquel entonces, dio origen a la primera revuelta campesina en el sector noroccidental del cantón Loja, por exigir respeto a sus derechos, tranquilidad, bienestar y dignidad; y, la terminación de los abusos del poder gubernamental, que han sido ejecutadas por su teniente político, Elías Gutiérrez, y apoyada por ciertas familias que se consideraban tener dinero, tierras y con influencia en el poder político local y provincial; demostrado así la diferencia de clases sociales: ricos y pobres, que hasta la actualidad persiste.
En el marco de un decreto nacional sobre la vialidad del Gobierno de aquel entonces para la construcción de la vía Catamayo – Loja, que tuvo una gran presencia con mano de obra de la población del noroccidente del cantón Loja, que fueron obligados a participar en las “mingas semanales” sin ninguna retribución económica, que dio lugar a la rebelión de la población campesina por la explotación y abuso, que producto de ello, ocurrió varias muertos y heridos.
Los protagonistas de esta lucha son las familias del barrio Pordel, entre los que se conoce que participaron, son: la familia Pucha (Agustín y Víctor); los señores Raúl Sinche, Manuel Reinoso, Teodosio, e Inocencia Valle, entre otros; mismos que lograron organizarse y aprovechar las fiestas en honor al Santo Vicente Ferrer, para revelarse contra los agentes del orden (policías rurales), que dio lugar a un enfrentamiento desigual, debido a que la población hace uso de piedras y palos; y, por el contrario los policías atacaron a los manifestantes con toletes y carabinas.
Ante el reclamo contundente de la vigencia del decreto de vialidad antes descrito las autoridades en funciones y la policía -como siempre- arremetieron contra los luchadores y movilizados, de manera desmedida y criminal. Frente a este hecho, la población reacciona de manera valiente y digna en contra los policías rurales, quienes disparan en contra de los manifestantes y ocasiona el asesinato de varios protestantes como: Víctor Pucha, Manuel Reinoso, Raúl Sinche y Julia Medina; y, quedan, además, 32 heridos y otros, luego son perseguidos por algún tiempo y fueron buscados incluso en sus domicilios.
El día de la revuelta campesina a Don Víctor Pucha, la policía lo ubicó en su domicilio, debajo del entablado de su casa, guiados por el rastro de sangre que había dejado al ser herido. El policía apodado como “El Negro” procedió a rematarlo y matarlo. También se conoce que existió al menos un policía herido, mismo que fue trasladado en chacana hacia Loja.
Como se relata este acontecimiento de injusticia, abuso y criminal, el Estado, en complicidad de algunas familias del lugar, continuaron intimidando a la población y en ningún momento se procedió a investigar para determinar a los verdaderos responsables de los crímenes provocados, quedando en la impunidad los actos criminales y de injusticia; y, más bien se instaura procesos judiciales y de criminalización a los campesinos; evidenciándose así aún más la arrogancia, prepotencia, exclusión e ideología entre la clase pudiente frente a los campesinos.
Es necesario puntualizar la acción por parte de la policía en contra de la Sra. Inocencia Valle, que también es parte de la protesta social de su pueblo, al percatarse de la llegada de la policía en su domicilio para agredirla y llevarla presa, hace uso de su inteligencia y astucia lanzándose al pozo de agua del cual estaba cerca, para evitar que la localicen; al percatarse de dicho hecho el “Negro” realiza varios disparos a la poza de agua, pero afortunadamente por la presencia de algas (callampa/callamba), hierbas y demás residuos y el color negro de las aguas, en el pozo, el policía no tiene precisión en sus disparos y no logra impactar en su humanidad, por lo que procedió a retirarse pensando que ya la había matado. Luego, a ella la procesaron mediante un juicio con el ánimo de meterla presa, pero ante la falta de evidencias la declaran inocente.
La acción de Inocencia, que parece inverosímil, pero es cierto al cien por ciento, en el pozo se bañaban los chanchos, con agua negra y en las orillas habían crecidos hierbas pequeñas de hace tiempos; y, ella al sumergirse en ese lodo se transformó su rostro en color negro. Ella estuvo en la orilla respirando oxígeno por la nariz porque no hay otra manera que resistiera tanto tiempo, porque la policía la buscaba en su casa, que era de dos pisos. Ella había estado en el corredor del segundo piso de su casa; por lo que facilitó a los soldados divisarla desde la casa del señor Manuel Remache y así se dirigieron para encarcelarla; sin embargo, para llegar los policías al sitio debían pasar por una hondonada y un arroyo, por lo que la perdieron de vista.
Por la fuerza de la acción con armas (carabinas) por parte de la policía, la población fue obligada a retraerse y salir del lugar de los hechos; e, inicia, la policía a la búsqueda en cada uno de los domicilios de quienes supuestamente participaron de la revuelta; lo que obligó a los jefes de hogar a salir por las noches a dormir por el cerro para que no les encuentren la policía. Uno de los buscados, pese a no haber participado activamente en la revuelta, fue José María Caraguay Pauta, por presunción de que él podría dinamitar el recinto de los policías, ya que él tenía una habilidad innata para dinamitar las piedras para realizar alguna obra si la misma era un obstáculo.
Con este acontecimiento siniestro y de abuso de poder por parte del Estado, en contubernio con ciertas familias de la localidad, queda, en los pobladores de Pordel y por ende del Sector Noroccidental del Cantón Loja, impregnado en sus mentes y corazones que el único camino para reivindicar sus derechos, el ser libres y soberanos es mediante la Organización de los campesinos, de manera autónoma y con objetivos claros y que beneficie a un colectivo. Por ello, este hecho heroico, valiente y emancipador se constituye en una historia y ejemplo viviente en la provincia de Loja, que para evitar ser utilizados, engañados, abusados y vulnerados los derechos que le corresponden a una comunidad o pueblo, la única arma es la unidad y organización, por iniciativa propia de los afectados.
El relato de está historia nefasta para el pueblo de Chuqiribamba y Loja, es motivada, investigada y narrada por los hermanos Jorge Rodrigo y Luis Floremilo Sivisaca Caraguay, hijos de Tobías Sivisaca y nietos de José María Caraguay, en base de los testimonios emitidos por la señora Amada Sinche, de 97 años; del Señor Tobias Sivisaca Cuenca, de 90 años de edad; y, de los señores docentes: Luis Alfredo y Ángel Gilbero Caraguay Pucha, de 83 y 76 años, respectivamente, hermanos.
Con ello, se trata de contribuir con la real historia para Loja y el país, que no ha sido escrita ni documentada; y, por lo tanto, podría ser un referente para las actuales y futuras generaciones del Sector Noroccidental del cantón Loja, a que no se rinda jamás ante los abusos del poder económico y político; y, surja y siga circulando por las venas del pueblo, con fuerza, el espíritu de lucha y resistencia.